El reflejo rutinario de la mañana
tras crujir desde la cama.
Recorrer el pasillo para ir
hacerlo de nuevo para volver.
De nuevo sin salir.
Encontrarse en las fotos colocadas
en aquella mesa arrinconada.
Lo normal
ninguna llamada.
Un mensaje reenviado
con ese vídeo repetido,
supuestamente emotivo.
No esperar hoy nada,
no ser recordada.
De vuelta a la cama.
Un dia menos.
Llama.