Aquel poema

Se pasó una mañana entera intentando escribir alguna buena poesía.

No había manera. El poema, cuando lo terminas y lo lees te tiene que contar más de lo que pone, se decía a sí mismo, y aquello no estaba ocurriendo.

Se quedó pronto sin folios, tanto que dejó la impresora sin posibilidad de cumplir su función hasta no comprar más, por lo que pasó al ordenador.

Dudaba de si se podía escribir poesía con teclas. Nunca lo había intentado. Para él, la poesía se escribía, no se golpeaba con el índice.

Ahí estaba, borrando tanto como escribía, buscando la rima inconsciente, tratando de rematar, al menos, una pequeña estrofa.

Te dejé de ver pronto

tardé el doble en olvidarte.

Te soñé incluso cuando lo logré.

Te perdiste cuando desperté.

 

Lo leyó varias veces para cerciorarse, para estar seguro de la decisión.

Seleccionó todo, lo vio destacar en azul y volvió a darle a borrar.