Nuevos partidos de izquierda

Hay quienes buscan líderes para la izquierda. Otros ponen su atención en la necesidad de proyectos renovados, atrevidos y atractivos.

He visto fracasar a la izquierda teniendo una de esas dos cosas, o incluso teniendo las dos. Por lo tanto, como poco, falta algo más.

No he visto, en cambio, un buen liderazgo durar, ni he visto esos proyectos implementarse. Tal vez ahí radique el problema.

Todos los nombres que han merecido llegar a puestos de toma de decisión y han llegado -pocos- han sido devorados o bien por su propio partido o por la presión mediática del exterior.

Sus buenas ideas, su buen talante, su inocencia y hasta su discurso se marchitaban en menos de dos años. Al poco tiempo de llegar, el partido les sacaba de la realidad social para meterlos en guerras internas, en debates de listas, en satisfacer intereses pequeños y en sentirse amenazados.

Sí, tan sencillo como meterles miedo. Miedo a dejar de estar dónde tanto les había costado llegar, a no poder sacar adelante su proyecto, ni sus ideas, ni su modelo de país, comunidad o ayuntamiento.

Estos buenos líderes, confiados en que si cedían ante su partido podrían a cambio hacer todas esas cosas buenas acabaron, todos, devorados por la política intestina de sus siglas.

El PSOE puede ser, sin duda, uno de los mejores y máximos exponentes de este drama para lo que solemos llamar «la izquierda». Podrían tener a Obama, a Ghandi o al mismísimo Jesucristo de candidato y ocurriría lo mismo. Bueno, Jesucristo ya lo vivió on su última cena…

Por tanto, si, como ocurre, tenemos una política basa en liderazgos mediáticos de los que dependen los proyectos y éstos son devorados por ellos mismos o por sus partidos, todo lo que se pretenda construir sobre tales cimientos está abocado a terminar en el mismo punto en el que estamos.

La izquierda necesita, sobre todo, estructuras nuevas. A partir de ahí vendrá el resto.

Necesitan cambiar sus modelos de partido, de estructura interna. Necesitan una militancia más independiente, menos gregaria del partido y más crítica. Hacen falta organizaciones más flexibles, con renovaciones de cargos mucho más dinámicas y reduciendo al mínimo la «plantilla» de cargos.

Parafraseando a Kennedy, hace falta una militancia que no se pregunte qué puede hacer el partido por ellos, sino qué pueden hacer ellos por el partido.

Pero no es «culpa» de la militancia, es de la estructura de los partidos. Los de hoy, simplemente no permiten una militancia como la que realmente necesitarían para que, de ocurrir el milagro de volver a tener buenos líderes, con proyectos renovados, estos puedan ganar.

Así que dejen de invertir en nuevas caras y dejen de quemar propuestas hasta que no dispongan de unos partidos esencialmente coherentes con lo que tanto buscan.