Sin cuerpo

Por pura eficiencia dejó su vida anterior. Perdía demasiado tiempo y dinero en cuidar, embellecer y maquillar un cuerpo que no tenía motivo alguno para usar.

El mismo motivo hizo que dejara de salir de casa. No era necesario para ganar dinero, ahora que podía teletrabajar, así que cruzar la puerta no era más que un sinónimo de gasto. Desde su habitación ahorraba en gasolina, en coche, en ropa, en maquillaje, en restaurantes, en caprichos, en gimnasio.

Empezó a sentirse cada día más libre. Podía engordar, perder su forma, comer basura, no arreglarse. Nadie la juzgaba, porque nadie la veía. Apenas debía fingir un par de horas a la semana, con las videollamadas. Se liberó de la opresión social de la moda, de la exigencia de mujeres perfectas, de tener que gustar y encajar en un modelo.

Con el tiempo, la sociedad le dio la razón. Dejó de ser una inadaptada a ser una más. Ya no llamaban «raro» a lo que hacía, ahora era «houseliving». Mil veces mejor. Cada vez más y más personas tomaban la misma decisión.

Para seguir ahorrando, para no fingir ni una hora a la semana en una reunión, creó un avatar. Sin esfuerzo volvía a ser alta, guapa, delgada y perfectamente vestida y maquillada. Pelo perfecto, siempre, y lo cambiaba en segundos de rubio a moreno, de corto a largo. Por fin tenía los pechos que quería, el culo donde lo quería. Nadie más volvería a verla en persona.

Fue el primer avatar. Luego llegaron el resto. Volvió a tener amigos, todos espectaculares. Un novio increíble, con más abdominales de los que jamás había pensado que pudiera ver en su vida y una sonrisa eterna. Estaban un rato juntos y después se desconectaban. Solo vivían momentos buenos, así que fueron realmente felices.

Aunque ahora volvía a comprar ropa, era digital. Vestir a su avatar y hacerlo exclusivo era más barato que cuando debía vestirse ella. No tardaron en llegar diseños digitales a las tiendas de marca virtuales. Podía volver a llevar un Versace y regalar un Armani a su novio. Y no había que lavarlo ni guardarlo. Menos armario, menos habitaciones, más ahorro en casa.

Su muerte fue limpia. Un avatar que se queda quieto. Absolutamente bello y perfecto, pero inmóvil. Cada vez había más. Figuras quietas, recuerdos en forma de estatua espontánea. Todo el mundo acabaría teniendo la suya.