Cuchillo (13)

Pelo suelto. Casi todos se fijaron nada más cruzarse con ella en la comisaría.

Sonreía, mucho, sin forzarlo. No miraba a nadie, iba con la vista fija en la pantalla de su móvil y a pesar de eso parecía más alta, acompasada, sabiendo dónde iba. Había dormido bien, lo que había dormido.

Dejo de teclear en su móvil para encender el ordenador. Una pantalla por otra, un contenido por otro, aunque no podía evitar despistarse cada pocos minutos para responder a ese mensaje que llegaba y volvía a llegar. Ya no se cuelga, ni lo hace uno ni el otro. Ahora no se para nunca y lo estaba disfrutando.

Hoy habría otra cena y mañana otro desayuno. Tenía fotos de ayer, de ella, de las dos. Y en su ordenador de los tres.

El examen forense había terminado sin novedad. Sin rastros ni huellas, nada, pero una exposición muy detallada, con planos y contra planos de cada cuerpo. El arma homicida una cuchillo de dimensión media. No uno de cocina, tampoco una catana. Marcos pensaba en una navaja, más bien en un cuchillo tipo Rambo. Así lo había descrito, literal. Lucía tuvo que buscar en Google y se sorprendió de que fuera una descripción tan exacta, todas las fotos iguales.

Excusa para volver al móvil y a Laura.

09:15 Confidencial, trabajo. Piensan que el arma es un cuchillo tipo Rambo. Sí, tal cual. Lo he visto en fotos y eso tiene que significar algo. ¿Qué piensas?

Volvió al informe. Se confirmaba que la anciana había tenido prácticas sexuales antes de ser asesinada, efectivamente, con la introducción de un objeto. Sin rastro de que fuera forzado, pero habían encontrado restos microscópicos que una posible tela verde, algo que no corresponde, a priori, con ningún juguete sexual. Estaba siendo analizada.

09:21 Sí, no es un arma habitual. Denota preparación e intención de hacerlo. Compatible con un perfil atlético, fuerte. Te puedes imaginar. Camuflaje, campo, obsesionado con acciones bélicas… Por lo que me has contado, no encaja con Elmer.

Ese «lo que me has contado» no estaba bien. Se mezclaba lo que era inevitable que pasara pero que nunca debe pasar y ahora sabía que le había contado más de lo necesario. Le tocaba confiar, en todos los sentidos, en Laura, pero estaba más que dispuesta a asumir el riesgo una vez superado el verdadero miedo, el que ayer se disipó durante el primer plato.

Sacó del bolso un pintalabios rojo. A pesar de la evidente falta de práctica, logró un resultado bastante digo y se hizo, mordiéndose el labio inferior, una foto que envió como respuesta.

09:23 Para que veas que te hago caso.