Hacía falta mucha preparación para todo aquello. Nadie prepara, mientras desayuna, un triple asesinato con todos los asesinados disfrazados y con mensajes en perspectiva desde un único punto. Preparación y ganas. De hacerlo y de dejar un mensaje.
Por lo tanto, significaba que habían muerto para algo. Entendiendo «algo» como dejar un mensaje al mundo. Podría parecer poca cosa, pero para Lucía, acostumbrada a ver gente morir por menos, esto daba un extra de interés al caso.
La prensa no se había interesado demasiado por el caso. Un barrio pobre, muertos desconocidos y los detalles interesantes no se habían filtrado. Eso daba más tranquilidad para investigar, no debía perder el tiempo con ruedas de prensa ni era bombardeada con especulaciones alocadas cada vez que llegaba a casa y encendiera la televisión.
Aún así, no tardaría en sonar el teléfono. Alguien de la comisaría pasaría el informe y lo de la chica atún y el señor princesa llegaría de la mano de los periodistas de investigación a las tertulias de máxima audiencia. Daba igual avisar de la importancia de mantener en secreto la investigación, nadie haría caso.
Calculaba que le quedaban unas horas hasta que ese caos se desatara, las justas para poder hacer caso a sus notas, pensar, abrir opciones y cerrar algunas. Tiempo para hablar con Marcos.
-¿Algo nuevo? -preguntó nada más saber que había descolgado.
-Sí. Te iba a llamar justo ahora -respondió Marcos para alegría de Lucía.
-Dime, necesito algo.
-Tal y como pensaba, la letra es la misma y por el ángulo, debió de escribirlo todo Miriam. La frase del hombre y la de la anciana están escritas del tirón, pero se nota que la suya está hecha con dificultad. Cada letra se ha escrito lentamente, pensando como escribirla bien. No es fácil redactar en tu pubis letras al revés, como podrás imaginar.
Lucía no puedo evitar imaginarlo, cómo sería escribirse una frase ahí. Efectivamente, tenía su complicación.
-Entonces confirmamos que estaban haciendo algo voluntariamente -dijo, buscando un respaldo a su teoría.
-Bueno, podríamos decir que estaban los tres de acuerdo en algunas cosas. De ahí a que quisieran ser degollados voluntariamente hay mucha suposición.
-Ya… Y no es fácil degollarse a uno mismo y poner la cabeza sujetada con un palo mientras tu sangre cae en cascada por los escalones. Hay alguien más.
-Sin ninguna duda -respondió Marcos.
-¿Elmer?
-Ni idea, eso es cosa tuya. Yo me dedico a los muertos, que no mienten.
Colgó y antes de guardar el móvil en el bolsillo tomó una serie de fotografías a la frase de las columnas. Quería hablar también con Violeta.