Cerdos (1)

La declaración de Elmer volvía a ser contradictoria con todas las otras recogidas hasta el momento.

Tres muertos en un edifico de tres plantas. Cada uno de los cuerpos al borde de la escalera, con una cascada de sangre por los peldaños que los conectaba. Degollados como cerdos, boca abajo, pero con la cabeza levantada por un palo convenientemente apoyado en la mandíbula. La sangre debía haber salido a borbotones.

Los cuerpos estaban disfrazados. El de la tercera planta, a pesar de ser un varón de 50 años, llevaba las alas de hada, una corona de joyas de plástico y el cuerpo embutido en unas mallas azules que brillaban con la luz. En su mano una varita con una estrella que todavía parpadeaba cuando les encontraron.

En la segunda planta una chica joven. Todavía no la habían identificado, pero los forenses decían que no debía tener más de 25 años. Llevaba puesto un disfraz de pez, más concretamente de atún. Por la boca salía la cabeza y el resto de cuerpo oculto bajo las falsas escamas.

Al final de todo, aunque fue lo primero que vieron al estar en la primera planta; una anciana, también sin identificar todavía, que rondaba los 80 años. Vestida con un uniforme de enfermera sexy, con la correspondiente minifalda, la blusa que no tapaba nada y la cofia sujetada con cinta americana a su cabeza. Su sangre no caía, al no haber más escaleras, simplemente se había amontonado a su alrededor formando un enorme charco.

Según Elmer, sospechoso por haber encontrado sus huellas en el pasamanos de la escalera, todo era obra de su novia. Sus huellas, decía, estaban ahí porque días antes ella le había llevado a ver ese edificio porque era donde le habían hecho una audición para una nueva serie. Quería enseñarle el sitio tan moderno donde había estado, añadió.

No era moderno. No era nada. Se trataba de un edificio abandonado, en ruinas. Quizá fue algo hacía años, las investigaciones apuntaban a que fueron las oficinas de una gestora en los 90, pero por el estado en el que se encontraba, no debía haber tenido otros inquilinos desde entonces.

Elmer mantenía que aquel lugar sí era moderno, que lo había visto con sus propios ojos. Sus huellas demostraban que conocía el lugar.

-Por eso está usted detenido- le recordó la policía que lo interrogaba.

-Les repito que era todo blanco, oficinas con despachos acristalados y hasta un billar en una zona abierta. Allí es dónde Miriam me dijo que había hecho la prueba.

Por mucho que le enseñaron las fotografías de cómo estaba el edificio se negó a aceptarlo. No dudó en acusar de montaje a la policía.

-¿Por qué dice que fue su novia? -preguntó el compañero.

-No la cogieron para la serie y estuvo toda la noche llamándoles cerdos y que como cerdos morirían -respondió con bastante seguridad.

El interrogatorio se detuvo cuando un nuevo agente de policía entró en la sala. Miró a sus compañeros y les dejó sobre la mesa una carpeta marrón. Lucía, la policía que llevaba el caso y el mando en el interrogatorio, la cogió y se apresuró a abrirla.

Identificada la mujer del segundo piso. Miriam Blasco, actriz, 28 años.