Querida hija*

5 de julio de 2020

Querida hija,

No puedo olvidarte, dejarte en paz, salir de tu vida. No puedes pedirme aquello que es imposible. Aunque no respondas a mis llamadas, aunque me hayas bloqueado en tu móvil y aunque hagas como si no hubiera nadie en casa cuando voy a verte, siempre seguiré a tu lado. Hoy te escribo esta carta, para llegar de nuevo a tí. O al menos para intentarlo.

Se que le quieres, conozco todo lo que habéis pasado juntos, lo que habéis construido. Nunca te lo voy a negar. Fueron años maravillosos, llenos de amor y en los que éramos una familia feliz todo juntos. Yo me he reído con él, le he abrazado y le he querido como a un hijo. Entiendo lo difícil que tiene que ser para tí.

Amo a mis nietos con locura, es lo mejor que habéis hecho juntos. Estoy segura que les quiere tanto como dice, como tú me recordabas cuando hablábamos a diario. Pero a ti no te quiere igual, no como antes, no como debería ser el amor.

Seguro que sabes a lo que me refiero. Juan no es el mismo de antes, no te trata como lo hacía, desde luego no como te mereces. Estoy segura que lo ves a diario, sabes que no es normal y que tener miedo es lo contrario al amor.

Aunque te cueste verlo siempre vas a tener una casa, la mía, la tuya, donde creciste. Tienes dónde ir cuando lo necesites. Tienes también la forma de mantener a tus hijos, de darles lo que necesitas porque mi pensión es tuya en cuanto la pidas. Tienes a tus amigas esperandote, preocupadas y con ganas de abrazarte. Me llaman cada semana para saber cómo estás. Les miento, les digo que mejor. No me atrevo a confesar que no hablo contigo desde hace semanas.

Te espera mucho amor fuera, más del que tienes ahora en casa. Odias que te lo diga, puede que a partir de aquí te enfades y tires esta carta a la basura para no seguir leyendo, pero es imposible que cambie. Juan tiene el mayor motivo del mundo para volver a ser como era y no lo ha hecho. Te tiene a tí y a pesar de ello cuando me quedo en el parque para verte, de lejos, en tu cara siempre hay nuevos golpes. Si el gran amor de su vida, ¡lo que más quiere! no logra evitar que sea así, nada lo hará.

No quiero llorarte para siempre, no quiero seguir escondida para verte, no quiero tener que llamar otra vez a la policía, no quiero que tu foto acabe en un informativo. No quiero un minuto de silencio por ti, ni un aplauso, ni un luto. Te quiero a tí, junto a tus hijos, siendo feliz.

La puerta de casa ahora está siempre abierta.

*Texto presentado a concurso literario. La obra no resultó ganadora.