Quedamos en una cafetería en las afueras de Madrid. Ha elegido él el sitio, nos dice que ya no puede ir al centro de la ciudad, que prefiere estar alejado. Nos ha costado encontrarle y poder contactar, pero aceptó con gusto esta entrevista nada más proponérsela.
Su voz está casi apagada, sin fuerzas, pero con ganas de hablar. Al fondo de la barra, al lado de varios pañuelos usados, nos encontramos con el virus de la Gripe común.
-¿Por qué es tan difícil encontrarle ahora? Hemos estado semanas enteras preguntando a conocidos hasta poder dar con usted.
-No son buenos momentos. No es solo por el verano, que ya se sabe que me sienta mal, es que con todo esto del Coronavirus apenas ha sido posible salir, encontrar a gente, estar con ella.
-¿Entonces le ha afectado mucho?
-Está siendo terrible. Uno antes se paseaba con calma por cualquier sitio, entrando y saliendo sin problema pero ahora todo son mascarillas, manos llenas de alcohol, mamparas de cristal, la gente separada… Yo no estaba preparado para eso, España nunca había sido así de difícil, espero que pase pronto.
-¿Conoce usted al Covi-19? ¿Le ha visto?
-Sí, es bastante desagradable. Mire, yo no soy racista, pero estas cosas que vienen de fuera a mi no me gustan. Ha sido de toda la vida un virus bastante sucio, siempre entre murciélagos y bichos raros. A mi esas cosas no me van, yo soy más de lo de aquí, lo conocido. Y lo de llevar corona es de una soberbia insoportable, no hace ninguna falta, pero se cree mucho mejor por llevarla. Ha venido en plan «quita que soy el rey de los virus» y así no se hacen las cosas.
-¿Cómo se hacen entonces las cosas según usted?
-Pues con tacto, respetando el trabajo de los demás. Yo llevo años aquí en España, conozco a la gente. De hecho estoy seguro de que he estado con usted alguna que otra vez.
-Así es…
-Lo sabía. Pues eso, que hay una relación de confianza, de ayuda mutua. Yo doy unos días en la cama, un descanso y a cambio viajo. Pero este tipo -perdona que le llame así, pero es lo que me sale- no respeta nada. Está ocupando el lugar de los demás, no convive con la gente. Creo que es la chulería propia de la edad, de creer que no hay vacuna que le pare. Pero ya le llegará, como a todos.
-Hay quien dice que son ustedes parientes.
-Por ahí no paso. Mire, la familia no la elige uno y quién no tiene un primo segundo insoportable perdido por algún lugar del mundo. Puede que tengamos genes compartidos pero no lo llame usted pariente.
-¿Le molesta que tenga varios nombres (Covid-19, Coronavirus, Sars) y usted sea llamado «común»?
-Al revés, es un orgullo. Yo soy de aquí, normal. Un tipo corriente. No me las doy de importante ni de famoso.
-¿Podrá superar esta situación?
-Pues es difícil. Ya le digo que antes uno podía pasear sin problema, pero este ha dado tanto el cante que ahora no hay manera de entrar en nadie. Siempre pagamos justos por pecadores. Y nadie se acuerda de nosotros, de todo lo que hemos hecho siempre por los autónomos. El gobierno debería apostar por el producto local, defender lo de aquí.
-Dice que ha hecho cosas por los autónomos. ¿A qué se refiere?
-Pues que no nos acercamos a ellos. ¿Usted ha visto a algún autónomo ponerse malo?
–No
-Pues no es casualidad, es que tenemos cuidado. Les respetamos mucho. En cambio este va a lo bestia sin mirar por donde pasa y al final la ha liado.
-Usted, que conoce bien cómo funcionan estas cosas, ¿cree que el Gobierno lo está haciendo bien?
-Ninguno lo hace bien. Mire, nosotros todos los años tratamos de saturar las urgencias -a veces lo logramos- para avisarles, para que estén preparados, pero nada. Podríamos irnos, desaparecer, pero preferimos estar y recordar que hay que tener una buena sanidad, recursos y más médicos. Todos los inviernos lo mismo, pero ni caso. Al final pasa lo que pasa, que viene uno que no tiene cuidado y arrasa con todo. Si nos hubieran escuchado hace tiempo, no estaríamos como estamos.
-¿Y qué habría que hacer ahora?
-Necesitamos pronto la vacuna para que este se calme y vea que no es invencible, que el tiempo pasa y que no se puede ir infectando a lo loco. Esperemos que sea pronto, o nosotros lo vamos a pasar muy mal. Somos varios los sectores muy afectados.
-¿Hay más como ustedes?
-Pregunte a los piojos como están. Colegios cerrados, parques cerrados, niños en las casas… Ya me dirá usted. Familias enteras que ya no están, que no saben si los huevos que pusieron saldrán algún día. Son momentos muy complicados.
En la mesa de al lado alguien estornuda. Le preguntamos si es de los suyos.
-Que va, eso es de la alergia. Nuestro estornudo es mejor, es un viaje, no una limpieza.
-¿Cree que todo esto pasará?
-Sí, no es la primera vez que tenemos una crisis como esta. Al final todo se calma y cuando este huya volveremos los de siempre, los fieles. Ya verá la alegría cuando dentro de un año tenga usted mocos y sepa que no es un extraño, sino alguien de aquí que le conoce y en el fondo le cuida.
-Preferiría evitarlo.
-Y yo preferiría que no se lavara nadie las manos, pero qué le vamos a hacer. Las cosas son como son.
-Tenemos que despedir esta entrevista, no sin antes agradecerle de nuevo su disponibilidad y su sinceridad. ¿Hay algo que podamos hacer para ayudarle?
-Gracias a ustedes, es un detalle que alguien se acuerde de nosotros. Si pudiera acercarme hasta un parque lleno de adolescentes se lo agradecería, son los únicos que parecen estar pensando en nosotros y ni llevan mascarilla ni se alejan los unos de los otros ni están todo el día con el maldito gel ese. Son nuestra esperanza.
A desgana, pero por compromiso, le invitamos a subir al coche. Nos mira mal por lavarnos las manos. Le dejamos en el primer parque que vemos y nos despedimos de lejos, sin tocarnos. No nos responde y parece irse indignado. Cuando creemos que ya podemos irnos tranquilos se da la vuelta, nos mira y nos pregunta que si hemos visto Terminator. Sí, claro, le decimos.
-Pues eso, volveré.

¿Quieres colaborar?
Todo el contenido de esta web es abierto, si quieres colaborar para que sea posible seguir escribiendo, puedes hacerlo desde tan sólo 0,50 céntimos.
€0,50