Descubrimos ahora que a lo largo de todos los siglos de historia de la humanidad hemos sido horribles. Machistas, homófobos, asesinos, racistas, guarros, analfabetos, amorales y un listado literalmente interminable de malos adjetivos.
Adjetivos negativos que existen para definir comportamientos. Es decir, si existen, es porque los hemos necesitado, así que me ahorro enumerarlos todos aquí. Piensen en lo peor que puede ser alguien y listo, eso también lo hemos sido.
Lo extraño es que existe una creciente indignación con ese pasado, con nuestra historia. El mundo parece estar enfadado e incluso diría más; ¡ofendido! por todo lo que hemos hecho. Lo que, por otra parte, ha sido lo que nos ha traído hasta aquí.
No habría demasiado problema con ese repentino enfado si sirviera como punto de apoyo para construir una sociedad mejor que aprenda por fin de los errores y eluda caer de nuevo en ellos. Más o menos los que se ha venido haciendo desde siempre, pero acelerando un poco más el proceso de evolución.
Parece que no, que eso ha pasado a ser un objetivo secundario. En primera línea está la opción de taparlo todo, de cortar las cabezas de las estatuas o tirarlas al río. No es por las estatuas, seguro que hay más de las que son realmente merecidas, es por dónde y cómo se pone el foco.
Pretender obviar que hemos sido racistas censurando una película es robar un aprendizaje tan importante que fue precisamente lo que nos permitió avanzar para ser hoy menos racistas que ayer.
Lo más positivo que nos ofrece la historia es que ya hemos pasado por ella. No es un acto de fe ni es una teoría física por demostrar. El experimento ya se ha hecho y las conclusiones las tenemos listas a nuestro alcance. Desaprovechar ese conocimiento es un verdadero desperdicio.
Sorprende que este nuevo impulso por señalar las contradicciones del pasado desde nuestro presente se de en el mismo momento en que convivimos sin problema con una clase política que no soporta una simple hemeroteca.
Es decir, perdonamos que nuestros políticos hagan literalmente lo contrario de lo que decían, aceptamos esa incoherencia en nuestro presente, pero es necesario retirar «Lo que el viento se llevó» porque juzgada ahora representa una sociedad racista, que era justamente la que pretendía representar.
Estamos avanzando por el lado que no es. Me atrevería a decir que en dirección contraria. Piensen en cómo serían las cosas al revés. Censurando inmediatamente a aquellos políticos que no aguantan un análisis de coherencia de dos años atrás, mientras que vemos todo el cine posible, lo analizamos, lo explicamos, lo entendemos.
Desde luego mis hijos entienden más cuando les digo que lo que ven en una película de romanos ya no es así, que la sociedad ha cambiado, que cuando les tengo que explicar por qué unos días sí y otros no, tienen que llevar la mascarilla.

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