Su recuerdo

Se preparó un café solo para que la casa tuviera ese olor.

No la recordaba por otro aroma que no fuera ese. No había una colonia especial, ni un suavizante que impregnara la ropa que todavía quedaba en el armario. Sólo las mañanas invadidas por aquel aire tostado lograban que sintiera de nuevo su compañía.

Una vez listo lo tiró por el fregadero para olvidarla.

Llevaba en esa lucha semanas. Ni siquiera tenía claro si llorarla u odiarla y pasaba de un recuerdo a otro para intentar decidirse.

Se dejó llevar. Con el café dominando el aire de toda la casa volvió a meterse en la cama, a taparse con el edredón y a abrazar la almohada entre sus piernas para imaginar esas cosquillas que Pastora cantaba en aquella canción.

Con los ojos cerrados estaba con ella. La olía, la sentía, la disfrutaba.