No me levanto

Alberto Sotillos, Aire de Bárdenas

 

Me acosté solo y amanecí rodeado.

Habían estado ahí toda la noche, como estuvieron otras veces, esas otras noches en las que me hablaban sin que quisiera responderles. Sobre todo ella, enemiga de cualquier silencio que uno pudiera necesitar.

La tarde anterior quise no haber estado donde estuve ni haber hecho lo que hice. Debía haber sido un momento para disfrutar de lo trabajado por la mañana, pero fue inútil.

La sonrisa que había preparado con esfuerzo, rompiendo las garras de la oscuridad que me volvía a reclamar, se volvió a quedar en un deseo. La proyectó mi mente en mi boca mientras el Sol fue ascendiendo, pero no pudo con el atardecer que, como tantas otras veces, había extinguido las ganas de nada que no fuera estar sin ser.

Ahora volvía la luz, desde fuera. No lograba entrar, seguí sin poder sentirla ni aprovecharla. Tal vez sea mejor no intentarlo esta vez, tal vez sea necesario quedarse bajo las sábanas, esperando que sean otros quienes deseen que te levantes.

 

Además de leerlo, puedes escucharlo: