Cafetería (27)

Lucía cerró el libro de golpe, apretándolo con fuerza entre sus manos. No lo iba a soltar, no se iba a escapar.

Laura supo lo suficiente con solo analizar esos pocos gestos. Terminó de colocar el resto de libros y soltó un guiño casi inconsciente, casi de celebración, que resquebrajó el rostro de concentración de Lucía y permitió una pequeña sonrisa pícara como respuesta.

-Debemos llevarnos este libro. Es una prueba.

-Sí, claro, no hay problema. Ya les dije que no quiero saber nada de Miriam. Pueden llevarse todos si quieren- respondió Elmer.

-No, el resto se los dejamos, seguro que le gustará leerlos -Lucía se ensañaba.

-Como quieran. ¿Les puedo hacer una pregunta? -Añadió Elmer.

Lucía asintió.

-En la televisión dicen que fue una cosa de sectas, orgías sexuales, nazis. ¿Es algo de eso?

-¿Le han llamado usted desde alguna televisión? ¿Algún periodista se ha interesado por usted?

-No.

-Entonces no se crea nada de lo que dicen, porque porque hasta ahora el único sospechoso era usted. Así que no deben saber demasiado -sentenció Lucía, presumiendo con cierto orgullo de haber evitado esa filtración.

-¿Hasta ahora?

Lucía se sorprendió con la repentina lucidez de Elmer, capaz de percibir aquel matiz.

-Sí -No quiso darle más información, no quiso arriesgarse, mucho menos confiar información como la que acababa de descubrir a alguien que podía ser menos bobo de lo inicialmente previsto.

Se fueron rápido, tras unas sencillas gracias desde la puerta. Esperaban no verle más hasta el juicio, o que ni siquiera fuera necesario llamarle como testigo.

Lucía no pudo aguantar más tiempo, tomó de la mano a Laura -primera vez en público- y se metieron en la primera cafetería que vieron abierta. Buscó la mesa más apartada, plantó un inmenso beso en la boca a Laura y le pidió que la invitara a unas tortitas de chocolate.

Sentadas en la mesa, Lucía sacó el libro. Lo puso de cara a Laura, para que pudiera verlo perfectamente. Empezó a pasar las páginas, enseñando aquella dedicatoria en vertical. Lo giró, sostuvo con su mano las hojas. Miró fijamente a su novia.

Laura lo leyó varias veces, sus ojos volvían una y otra vez al inicio, memorizando los detalles. Cuando levantó la mirada impactó con la de Lucía, igual de brillante. Se contagiaron una inmensa sonrisa como se contagian los bostezos.

-Vamos a encontrarle. Y habrá pruebas. Un amor como este no se borra, no se va frotando las huellas de un edificio abandonado -pudo decir Laura.

Lucía volvió a mirar su móvil, vuelta a Instagram.

-La foto de la portada la subió hace ocho meses. No debían llevar ni un año juntos.

-Está claro que Elmer no sabía nada- añadió Laura.

-Ni Rocío ni Asunción.

Silencio.

-La dedicatoria es preciosa- Laura volvió a leerla.

-Los mayores amores son los imposibles- respondió Lucía, poseída por un narrador de novela romántica.

Laura frunció el ceño y desarmó el argumento de Lucía con cinco palabras.

-Pues yo te quiero más.